El Enclave Defensivo de Santibáñez se localiza a orillas del punto más suroccidental de la bahía de Cádiz, ante la ensenada de Santibáñez (de la que toma el nombre), dentro del término municipal de Cádiz.
Formó parte de la Tercera Línea de las defensas establecidas durante el sitio al que fueron sometidas las ciudades de Cádiz y San Fernando (la isla de León entonces) entre febrero de 1810 y agosto de 1812 por parte de los ejércitos napoleónicos. Su posición era cercana a la batería de Torregorda y a la del Ángulo del Camino, de la que distaba apenas 500 metros.
En el molino de Santibáñez, al igual que ocurrió con el cercano molino de mareas del Río Arillo o con otro tipo de construcciones (casas salineras, ventas, …), las fuerzas constitucionales hacen uso del edificio ya existente, de gran interés táctico por su situación, lo fortifican y se le dota de artillería, con la salvedad de que en este caso las piezas no se instalan en el terrado del edificio principal para ganar altura, sino que se apostan, por su privilegiada posición adelantada, en la explanada colindante que se acondiciona a tal efecto.
Esta posición no sólo está especialmente protegida al encontrarse al fondo de la bahía, en el extremo opuesto y más distante de las posiciones francesas del Trocadero (y fuera de su alcance, por tanto) sino que a la vez domina la ensenada de Santibáñez, y además dispone de un pozo a escasos metros. Por todo ello, en esas fechas constituyó un magnifico apostadero para las fuerzas sutiles, que lo utilizaban como punto de avituallamiento en su discurrir diario por el interior de la Bahía hasta el apostadero de Punta Cantera.
Se tienen noticias de que su artillería ya participó en el apresamiento de la escuadra del almirante francés Rosilly en junio de 1808, aunque por su lejanía sólo tendría un papel meramente disuasorio.
Pero fue en febrero de 1820, en esta ocasión durante la sublevación constitucionalista contra el gobierno absolutista de Fernando VII, cuando su intervención en la contienda fue verdaderamente decisiva.
Como Enclave Defensivo de Santibáñez se considera el conjunto formado por el molino de mareas de Santibáñez (llamado también, según la época y la fuente que se consulte, del Arrierillo, de La Roqueta, de Larraque o de La Merced) fortificado a principios del siglo XIX, la explanada colindante, en la que se localizaron un barracón para alojamiento de la tropa y un embarcadero, y otros edificios levantados también a principios del siglo XIX que se ubican muy cerca de este núcleo (en el lugar llamado El Almendril): un cuerpo de guardia y un almacén de pólvora y repuestos.
Actualmente el estado del núcleo del molino es de ruina progresiva, habiéndose mantenido hasta hoy gracias a los usos que se le han venido dando: la actividad de molino propiamente dicha y, más recientemente, la actividad de cultivos marinos.
Aún se pueden contemplar, a pesar del expolio y el abandono que ha sufrido durante el siglo XX, restos del molino mareal propiamente dicho, de la plataforma y el frente donde se apostó la artillería, del embarcadero y del barracón, y del pozo. Sin embargo, las construcciones cercanas (el cuerpo de guardia y el almacén) siguen en pie y en buen estado, dándoseles uso como viviendas.
Está protegido por la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos españoles (BOE núm. 125, de 5 de mayo de 1949) y por la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio de 1985).
MonumentalNet agradece la colaboración de Luis Carlos Gargallo Martínez